Canción triste de Manhattan. Por Ignacio Estrada
Intentar emular o parodiar las “Buddie movies” de los ochenta es algo que todo el mundo intenta. Algunas veces los consiguen, como Michael Bay y su Dos policías rebeldes, y a veces no, como le ha ocurrido a Adam McKay con Los otros dos. Esta película es una sucesión de escenas con un hilo conductor que no interesa mucho para el lucimiento de su estrella principal Will Ferrell, el cual ya empieza a cansar un poco al público, y más al español, donde sus películas no son exáctamente récords de taquilla.
La película empieza con una secuencia espectacular con Samuel L. Jackson y Dwayne Johnson haciendo de las suyas por Manhattan, que no entendemos muy bien si es una parodia o una secuencia de acción, pero nos atrapa a la butaca. Después de eso, la película empieza a caer en picado y solo consigue llamar nuestra atención gracias a los pechos de Eva Mendes, las gracias de Michael Keaton, y la belleza y lujo de Manhattan.
A Will Ferrell le acompaña Mark Wahlberg (Boogie Nights, Infiltrados) quien demuestra tener dotes para la comedia en algunos momentos (atención a la cara de cuando conoce a Eva Mendes) y otras veces parece que está “pasado de vueltas”.

Adam McKay, director y guionista de películas para el lucimiento de su “amiguete” Will Ferrell, después de la primera secuencia se convierte en un director pésimo donde lo único que le importa es la gracieta de su amigo, olvidando que existe un código para no descolocar al espectador.
En resumen, la película se hace larga, porque lo es. Tiene escenas graciosas y secundarios cachondos, pero el balance general es un sin sentido que aburre ya que han querido complicar una trama que no daba para más de una hora.
Puntuación: 3/10.