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Votaré yo solo, gracias

Por Invidente pero visible, Mariano Fresnillo. Sigueme en twitter @ciegovisible

El domingo 20 de noviembre tenemos en este país una nueva cita con la libertad democrática, al concurrir de nuevo a las urnas para elegir libremente a nuestros representantes en las dos cámaras legislativas. De nuevo, y es para recordarlo y elogiarlo, las personas ciegas y deficientes visuales volveremos a tener la oportunidad de poder votar en secreto gracias al voto accesible. Adaptación que nos permite como cualquier ciudadano la elección de nuestro deseo de voto privadamente.

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Años atrás, las personas ciegas teníamos que ir acompañadas por alguien a votar para que te dijera la papeleta elegida según tu opción para introducirla posteriormente en el sobre y en la urna. Esta tarea, aunque os parezca baladí, interfería la intimidad de cada persona. Imaginaros que un joven ciego de tendencia progresista fuese a votar acompañado por ejemplo por un familiar con diferentes ideas, siempre le quedaría la duda de que papeleta le habrían elegido realmente. Os aseguro que conozco casos de este tipo y he escuchado comentarios como “él se ha quedado con la ilusión de votar a los verdes, pero qué más da un voto más o uno menos, con lo que con el suyo y el mío, ya son dos para el partido…”

Afortunadamente, a partir de las elecciones generales y al Parlamento andaluz del 9 de marzo de 2008, se inició en nuestro país siendo pionero en Europa el llamado “voto accesible”. Continuó seguidamente con los comicios autonómicos de Galicia y el País Vasco y en las elecciones al Parlamento europeo y posteriores comicios sucesivamente. Consiste en solicitar, como ocurre en el voto por correo, con antelación la posibilidad de usar esta opción. Ese día al acreditarse la persona que lo solicitó, se le da un maletín con material en braille y con las suficientes marcas adaptadas para manejarlo sin acompañante, en la cabina o en una sala que te dejen, tener la potestad de optar por la opción preferida, con la autonomía suficiente. En las anteriores elecciones de mayo de 2011, al concurrir muchas más candidaturas por comunidades autónomas y municipios, en este último caso no fue posible y debido a ello, se están barajando otras posibilidades de futuro también accesibles para conseguir el mismo objetivo de la autonomía pero con sistemas digitales o sonoros.

Os puedo asegurar que para mí ese día de marzo de 2008, quedó grabado para siempre por la satisfacción de ser un ciudadano más pero con mis necesidades especiales cubiertas, al llegar desde mi casa al colegio electoral solo con mi perro guía Lillo, introducirme en el despacho del director del centro donde me dejaron para sin prisa poder seleccionar mi voto y por fin llegar a la urna para aportar mi elección con la certeza y la seguridad de que sólo yo, y solamente yo sabía por quién había votado.

1.800 personas ciegas y deficientes visuales optamos por esta opción en aquellos comicios y este próximo domingo seremos 1.200. Quizás os preguntaréis: ¿tan pocos? De 70.000 afiliados que tiene la ONCE en la actualidad parece un bajo porcentaje, pero hay que tener en cuenta que la mitad de estos afiliados son mayores de 60 años, otros no conocen el sistema braille y muchos también por su resto visual no necesitan este sistema; pero por encima de todas estas eventualidades, es preciso discernir que con que sólo una persona consiga acceder a votar privadamente, impregna a nuestra democracia española como una de las más importantes de Europa y del mundo al garantizar estos derechos tan esenciales “para todos”.

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