Por Javier Aguado, ‘Master en Protocolo y Ceremonial’
De nuevo, la tarde del domingo ha estado repleta de alegrías deportivas. En esta ocasión ha tenido que ser un joven mallorquín de 25 años, que –a la sazón- es seguidor del Real Madrid, quien ha ganado su sexto Roland Garros. Se trata, como no podía ser de otra manera, del gran maestro Rafael Nadal.
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No, no os asustéis aquellos lectores y seguidores míos. No voy haceros la crónica deportiva del partido para eso están nuestros profesionales, los periodistas deportivos, quienes han llenado los informativos de radio y televisión; y las páginas de los principales diarios deportivos.
Me quiero detener mejor en el perfil de este campeonísimo que, a decir verdad, debería ser un ejemplo de esfuerzo, tesón, profesionalidad, personalidad, sacrificio y, ante todo, lo que personalmente más valoro es su excepcional humildad. También ha demostrado que, a pesar de sus constantes triunfos, no pierde parte de su infantilismo, en el buen sentido de la palabra. Al día siguiente de ganarle a otro grande, se va a celebrarlo a Euro Disney, aunque esto último tiene cierto ‘tufillo’ publicitario.

El caso es que Nadal ha dado una nueva lección de protocolo a todo el mundo basado en el ‘fair play’ y en respetar al contrario, en este caso Roger Federer y, ojo al dato, vaticina que su más inmediato perseguidor, el croata Djokovic, será el próximo número uno de la ATP.
Poco hay que reprocharle a este gran deportista que siempre está demostrando caballerosidad y buen hacer. Pero como desde estas páginas cibernéticas ya sabéis que siempre somos críticos, reivindicativos, el amigo Nadal no se va a ir de ‘rositas’. Lo cierto es que la crítica no es para él es para su tío. Me da la impresión de que le está presionando demasiado. De hecho, Rafa no empezó nada bien la cita francesa. Cada vez que le enfocan las cámaras de televisión parece que está enfadado. No olvidemos, como dijo Nadal en rueda de prensa, que “no está obligado a ganar siempre”. Y el otro día su madre ha dejado caer que, “a pesar de las presiones que ha sufrido ha sabido estar a la altura de los grandes“.
Esperemos que la avaricia no rompa el saco y que este grande nos siga dando alegrías y muchas, muchas lecciones de protocolo. ¡Aupa Rafa!.