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¿Tan difícil es poder disfrutar de una peli en el cine?

Por Javier Aguado, ‘Master en Protocolo y Ceremonial’

Pues parece ser que sí, queridos y queridas. El otro día intenté disfrutar de la película ‘Wall Street, el dinero nunca duerme’ en una sala de Madrid cuyo nombre me ahorro para no dar publicidad gratuita. Me permito recomendaros este film. Realmente Michael Douglas hace una interpretación espectacular. Como siempre os digo, es una opinión netamente personal.

A lo que voy. Últimamente –y no es la primera vez que me ocurre- cuando voy a una sala de proyección me da la sensación que estoy viendo partido del ‘plus’ en la taberna de mi barrio: el personal llega tarde, no hay acomodadores con lo que te tienes que buscar la vida para encontrar tú sitio cuando la sala está a oscuras. Una vez que, tienes suerte y localizas tu butaca, te encuentras la ‘grata sorpresa’ de que está ocupada por ‘otro’ u ‘otra’ y encima ambos dos se están ‘zampando’ una súper mega bolsa de palomitas, un súper mega refresco o unos súper mega ‘nachos’ o, fijaros, súper mega perritos calientes. Lo cierto es que si seguimos en ese plan, yo apostaría por los bocatas de calamares, raciones de bravas y todo tipo de las clásicas raciones madrileñas.

Al margen del tono gracioso que quiero imprimir a mi estado de cabreo, sinceramente, esto de contemplar una película se ha convertido, como os decía, en un ejercicio de malos modales de muchos espectadores. Algunos de ellos, no ahorran en hacer comentarios de las escenas en voz alta (os estoy narrando un hecho real); o bien atienden llamadas al móvil. Para más inri acomodan sus pies en el reposa brazos o reposa cabezas delantero si no está ocupado.

Me vais a llamar pesado pero no me importa: por favor, hay unas mínimas normas de convivencia que hemos de respetar. Si no lo hacemos, y esto también forma parte del protocolo, del saber estar, etc.etc. Esto se convierte en una selva, en una jauría humana.

Estamos, afortunadamente, en el siglo de la eclosión del ocio humano. No nos lo carguemos con actitudes que producen incomodidades como la que os he descrito más arriba. El ocio sin respeto, no existe. Al menos, vamos a intentarlo.

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