Por Nicko Nogués, director creativo y responsable de la iniciativa 365diasdefestivales
Tenía cinco años cuando se paró delante del cuadro, lo vio, lo miró y aunque se fue, se quedó. Los que le vieron salir, luego dirían que a pesar de su corta edad sufrió un renacimiento hipercolórico, esto es, volver a nacer pero con un alto contenido en colores, algo que luego constataron todos aquellos que le conocían.

El cómo sucedió no está tan claro, pero a Carlos le pasaba lo siguiente: cada vez que abría la boca, metía un color por el medio. Y no sólo eso, absolutamente todo para él estaba asociado a un color, y esto lo hacía de manera automática.
Así, por ejemplo, los lunes eran azules, los martes amarillos, los miércoles marrones, los jueves naranjas, los viernes blancos, los sábados verdes y los domingos rojos. Enero era blanco flúor, febrero azul pálido, abril amarillo, julio rojo granadina, agosto azul verdoso, los exámenes son blanco fluorescente, el número13 es de color verde esperanza, la vida es de todo menos gris y el arte es multicolorido. Y esto es así, siempre. Impresionista.