Por Javier Aguado, ‘Master en Protocolo y Ceremonial’
Ya sabéis que mi intención es no crear polémica ante los asuntos que van salpicando la actualidad diaria que, a la sazón, son muchos los que tenemos últimamente. También os confieso que le he dado muchas vueltas antes de abordar la colaboración de esta semana: la ‘LEY SINDE’.

Tranquilos, tranquilos que no me voy a meter, insisto, en jardines que no me tocan y menos desde esta sección. En este caso quiero destacar la vergüenza torera que ha tenido el Presidente de la Academia de Cine, Alex de la Iglesia, al dimitir por verse sobre pasado en este asunto, al ser incapaz -casi como él mismo confiesa- de llegar a acuerdo con todas las partes implicadas y, por último, sentirse bastante defraudado por su compañera de viaje en esta travesía turbulenta que le ha tocado padecer.
Como siempre digo, podéis estar o no de acuerdo y de eso se trata: creo que Alex ha demostrado, ante todo, una honradez, un saber estar a la altura que pocas personalidades de la vida pública española demuestran en la actualidad. Creo que es de recibo destacarlo y, así, me permito hacerlo.
Le ha tocado lidiar con un asunto tremendamente árido, tosco, donde hay muchos intereses creados por multitud de partes y, claro, al final del proceso le ha tocado ‘bailar’ -quizás- con la más fea. Y no lo digo por la Ministra, por favor no se me entienda mal.
El Director de Cine nos ha dado una clase de lo que puede ser otra forma de protocolo. Lo que vengo a denominar saber controlar, saber estar, saber posicionar tú imagen pública y ser coherente con tus convicciones. No dejarte embaucar por la polémica, la bronca, por las portadas de los periódicos.
Solo me permito ponerle un ‘pero’ al todavía Presidente de la Academia de Cine: si mis informaciones no me fallan ha manifestado que solo se va a expresarse por su ‘Twitter’. Vamos a ver, tiene completo derecho a manifestarse por el canal que estime más oportuno pero, apreciado Alex -y no tengo el gusto de conocerle- no estaría de más que, como un representante público que es- diera la cara y explicara, no solo los argumentos de su dimisión -que a fin de cuentas, es una decisión personal e intransferible- sino transmitir a la opinión pública sus argumentos y el por qué, probablemente, en esta ocasión gobierno y oposición hayan metido al aprobar esta importante Ley que marcará el futuro de las descargas y otros asuntos variados de la red.