Antonio Albert, crítico de cine y presentador, ‘Las pelis que me monto’
Tiro de filmoteca para estas “películas que me monto” inspirado por un titular de Patricia Conde: “Me utilizan de blanco para atacar a SLQH…” ¡Ah!, mente preclara donde las haya, la protagonista de esta comedia casposa es una muchacha que, tras haber demostrado su valía para realizar dos cosas a la vez, ponerse un tampón y leer el “cue”, da a los medios una noticia insospechada, una auténtica bomba periodística fruto del análisis profundo realizado seguramente a la espera de que se asiente el tinte. Y la constante exposición a los efluvios de los productos de peluquería es lo que tiene: acaba produciendo rubias auténticas. Hasta la fecha, a nadie se le ha ocurrido criticar un programa de televisión sirviéndose de la imagen de su presentador/a. Ni siquiera al programa que ella conduce con la lectura literal de un férreo guión que le ahorra la agotadora explotación de las neuronas: de todos es sabido que la crítica televisiva se ciñe a los montadores, a los grafistas, a los cámaras, a los redactores o al servicio de limpieza del plató. Últimamente, incluso, a los animadores de público…

La trama se centra en las peripecias de actriz, ejem, metida a presentadora, novia de sucesivos famosos que le han procurado sus paginitas de papel couché, y que habla por experiencia propia: su programa se ha burlado de reporteros en prácticas y conexiones fallidas, entre otras cosas, pero jamás, jamás, te lo jura ella por sus rodilleras fucsia a las que tanto debe, ha hecho escarnio de los presentadores para atacar a los programas de televisión: ni Ana Rosa, ni Jorge Javier, ni Jordi González… Nadie, nadie, palabrita del Niño Jesús salida de esa boquita de piñón a la que Patricia Conde tanto debe.
Para ella, la tele es horrible, y por eso no la ve. Apuesto que su personaje piensa de igual manera sobre la literatura, por eso no lee. Y que considera el teatro algo execrable, por eso no va… Claro que en este caso, el teatro piensa otro tanto de ella: que por los camerinos de algunas salas con solera todavía retumban las carcajadas de sus compañeros de reparto, que optaron por reír y no llorar al ver de lo que era capaz, o incapaz, según se mire, de hacer en los escenarios.
En un divertido flash back, descubrimos su nerviosismo durante una rueda de prensa en la FNAC, en Madrid, cuando otro periodista se le adelantó con la pregunta que ella tenía preparada para un reportaje de “El informal”. La chica corría en busca de su redactora para que le escribiera otra pregunta con la que fingir su mejor papel: el de chica lista. En vista del éxito, no hay más que ver cómo se ha optado por darle otro más sencillo: el de tía buena y tonta rodeada de hombres feos pero graciosos, un juego que tan buenos resultados dio a Mariano Ozores en su dilatada trayectoria.
Destila la cinta un feminismo que tira de espaldas, ¿verdad? Porque SLQH, el programita de marras que retrata, es lo más parecido a Pepito Piscinas que se ha visto en una tele de corte progresista: ellas todas tan guapas, ellos todos tan salerosos… Es como Las que tienen que servir, sólo que en lugar de huevos duros nos sirven vídeos robados a otras cadenas. Ups, perdón, que ya no pueden hacerlo por sentencia firme: que ahora se ven obligados a inventarse sus propios sketches, y resulta que la audiencia huye a Tonterías las justas como almas que lleva el diablo ante tamaño despliegue de talento…
Pero, claro, Patty está dolida. Ella preferiría que atacaran a los personajes secundarios: el Malinche, al Sinsangre, al Speedifén… Pero no, la gente mala ha optado por criticarla a ella para acatar “su programa”, que diría la Esteban. Con lo mona que es ella, que como jarrón quedaría ideal en cualquier salón… O sea, estamos ante una comedia involuntaria sin final feliz. Oohhh!