Antonio Albert, crítico de cine y presentador, ‘Las pelis que me monto’
El protagonista de esta comedia negra de enredos en la que nadie es lo que parece, en la que todos mienten, es Jorge Javier Vázquez, un villano que maneja y manipula el destino de todos los personajes secundarios. Y lo hace desde un programa de televisión en el que se mueve como pez en el agua dominando la ironía y, sobre todo, en su vertiente más oscura, el cinismo, pues nuestro villano sabe bien que, aunque sea capaz de cosas mucho mejores, no las hace porque ni se las piden ni le hacen falta para arrasar con su cortijo catódico en las tardes, en las noches, incluso en las madrugadas. Ya tendrá tiempo de demostrar otros talentos cuando la necesidad se haga virtud…
Mientras llega ese día, algo queda claro en su destino: necesita tener frente a él a un héroe con el que poder desplegar todo su poder. Aquí nos damos de bruces con una heroína, una princesa del pueblo, nacida en San Blas y entregada a San Martín, pues todos lo que se enfrentan a ella acaban siendo sacrificados… Y el gran hallazgo consiste en darle la vuelta al habitual juego maniqueo de buenos y malos hasta el punto de que ella, con su libre albedrío en apariencia incólume, resulta ser el verdadero juguete en las pequeñas y traviesas manos de JJV.
A la película tampoco le hace falta recurrir a un deus ex machina para resolver las intrigas de/entre los colaboradores del programa que presenta, pues las resuelve manejando con genio el tempo, el turno de palabra o el primer plano. En su mano está darte el minuto de gloria o dejarte en las tinieblas, un poder del que carecen los superhéroes de la Marvel. La montaña rusa de emociones, traiciones, engaños, discusiones, risas y lágrimas dependen de su briosa mano de director de orquesta. Y aunque los guionistas le hayan dotado de un don para la maldad, pronto se destapa que estamos ante una maldad de pose, de niño que juega a destruir cuanto toca y se divierte al ver cómo esa máscara funciona al permitirle vivir libremente en pantalla la vida de un malo malísimo de la muerte.
El disfraz le resulta liberador.
Lo irónico es que el protagonista no parece ser consciente de que podría acabar sus días profesionales como carta de ajuste. Pero con suerte, también, como Dios Catódico, pues en la cadena resulta omnipresente y omnisciente. Allí es adorado por los resultados de audiencia, y en la calle lo es por una pléyade de espectadores que se entretienen con el pan y circo con el que les obsequia maléficamente desde Sálvame.
En cuanto al final, revelarlo sería un gran spoiler. Pero una pista: pase lo que pase, nuestro villano podrá decir que nadie ha brillado como él en su reinado de maldad. Por eso es el favorito.
El televisivo y ‘crack’ Antonio Albert es una de las nuevas incorporaciones como colaborador de Feisbuknius. A través de la nueva sección, ‘Las pelis que me monto’ nos dará su visión de la actualidad, a través de los filmes que la evocan… Bienvenido a Feisbuknius Antonio Albert…
