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No todo se puede comprar con dinero

Hace unas semanas estuve conociendo la Sierra de Gredos, y después de disfrutar de esos parajes naturales tan preciosos, una buena gastronomía y mejor compañía, me acechó de nuevo la flagrante discriminación con toda su contundencia al salir del hotel donde estábamos. Fue tan inesperado, llegando a lo incívico y a la inmoralidad abiertamente que hoy quiero que estas líneas puedan denunciar dicho abuso.

La fachada del hotel.
La fachada del hotel.

Todo transcurrió en un hotel de 5 estrellas situado en un pueblecito llamado Boyo (El Real de Boyo), donde un empresario que no conozco su nombre, por lo que se ve caprichoso, ostentoso y con ganas de derroche, ha construido este hotel con forma de torreón de un castillo con todo lujo de detalles y singularidades a su gusto. Tanto es así, que ofrece al público 14 de sus 21 habitaciones porque las restantes las tiene para su uso y disfrute.

Hasta aquí todo correcto porque uno se gasta su dinero en lo que quiere, pero…, ¿Qué pasó al dejar el hotel?

Todos los trabajadores de la instalación hotelera nos atendieron de maravilla y fueron muy amables en el trato y con ellos no va nada de esto, pero como os decía al marcharme como coletilla final le dije al que me cobraba: “¿Mi perro guía Lillo es el primero que visita las instalaciones?”. Atentamente me respondieron: “Sí, es el primero y hemos hecho una excepción por venir acompañado usted con su familiar que trabaja en una agencia de viajes…”. Ojiplático y no creyéndomelo que oía, le repliqué: “Perdone…, pero sabrá usted que no se trata de una excepción sino de una obligación ya que existe una ley que refrenda el acceso de estos animales a lugares de uso público…”.

Me reconocieron que conocían la ley que mencionaba y como tenían más gente siguieron con otras personas y yo dejé el tema porque sí que me habían dejado entrar a pesar de ese extraño comentario que no entendía al completo…

La fachada del hotel.
La fachada del hotel.

Pasados unos minutos, y tomando algo refrescante esperando al resto de mis familiares, se dispone la persona que trabaja en la agencia de viajes mencionada, una vez que ya salió del establecimiento, a contarme: “¿Sabes lo que me ha dicho…al irte tú?, que tienen órdenes de sus jefes de no dejar pasar ningún animal de compañía (así lo refleja su web y pueden hacerlo) y tampoco perros guía aunque exista la ley que ampara a estos animales y conocen porque…ellos admiten que se les pueda poner una reclamación o denunciarlos, pero luego pagan la multa que se les imponga y así no permiten el acceso…”.

En ese instante, me sentí fatal por esta incontestable discriminación, chulería y prepotencia de este personaje que piensa que con su dinero pueda realizar lo que le venga en gana. Me parece fatal y en contra de la ley que no se permita la entrada a un perro guía en locales, por el desconocimiento la mayoría de las veces de la ley y de lo que es un perro guía, pero en este caso la situación es mucho peor por infringir las leyes y el civismo lógico sintiéndote poderoso. No todo se puede comprar con dinero y menos la dignidad y los derechos peleados por muchos años por compañeros míos con sus primeros canes adiestrados. Estas cacicadas no se pueden tolerar porque luego vendrá otro que no deje entrar en su local a calvos, inmigrantes o lo que sea y más en este caso de los perros guía con un real decreto que les ampara.

Por lo tanto, para concluir hoy estas líneas quisiera que se difundiera este artículo por la red y por todos los sitios posibles para que con el granito de arena de cada uno y entre todos, podamos vetar este sitio y que se lo coma con patatas fritas…

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