Por Javier Aguado, ‘Master en Protocolo y Ceremonial’
¿O no? Venga no seáis mentirosillos. ¡Ojo!, que yo soy el primero que cuando entro en un comercio, cafetería, etc. no saludo. ¿Por qué actuamos así? ¿Por vergüenza? ¿Por pereza? ¿Por despiste? ¿Por qué somos, en el fondo, muy maleducados?

La verdad, creo, es una mezcla de todo. Si bien es cierto que este comportamiento es más habitual en las grandes urbes debido a que vamos ‘atacaos’ a todos los sitios esta semana os propongo que retomemos esta sana y ancestral costumbre protocolaria llamada SALUDO. De hecho, el origen del saludo no era otro que una declaración de no agresión. Lógicamente con la evolución de los tiempos, las normas y usos sociales es uno de los gestos protocolarios más importantes en las relaciones humanas.
Os propongo un pequeño ejercicio: por un momento poneros en el lugar de un camarero, de un taquillero, del portero de tú casa (lógicamente el que tenga portero automático, que se invente otra opción) y que todo el mundo que pasara por delante vuestro o que solicitara vuestros servicios ni siquiera os sirviera una sonrisa, un ‘hola’ o, ‘un por favor’.
Pero qué curiosa es la condición humana, ¿verdad?. Cuando vamos de excursión, o de viaje de placer a pueblos o localidades más pequeñas ¿A qué si nos sale el saludo? Es más, si no saludas, los paisanos nos consideran forasteros maleducados. Haced la prueba.
Esta semana os estoy pidiendo muchos favores y muchos ejercicios. No quiero que se me malinterprete. Muchos y muchas de los que leáis estas líneas diréis o estaréis pensando…. “oye que yo saludo a mi frutero o al aparcacoches de mi restaurante favorito”. Claro, claro, que se hace. Yo me refiero cuando abandonamos nuestro ámbito de convivencia.
Dicen los cronistas de Madrid y los más viejos del lugar que la capital del Reino de España era uno de los sitios más educados del país pero que el progreso, el estrés, las prisas parece que han eliminado esa cualidad innata del madrileño. Y considero madrileño al nacido o adoptado en esta ciudad que acoge a todos. No seáis perezosos, por favor, y recuperemos EL SALUDO.