Por Javier Aguado, ‘Master en Protocolo y Ceremonial’
Como ya hemos comentado en muchas ocasiones, la actualidad de los acontecimientos es la que nos marca el contenido de nuestras colaboraciones semanales. En esta ocasión hago una excepción, con vuestro permiso. Si recordáis, iba a terminar de contaros mi experiencia como turista accidental pero he creído oportuno dejarlo para una próxima entrega ante las espeluznantes imágenes que casi todos hemos podido ver sobre los disturbios producidos en la ciudad de Londres.
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Está claro que todos estamos muy hartos de la situación económica actual, del paro, de que los ‘tiburones financieros’ se estén forrando a nuestra costa, de la inactividad de los políticos, etc. Pero creo que esto no ha de ser motivo para que una banda de desalmados se dedique a quemar casas, saquear tiendas, incendiar coches y, para colmo, asesinar a ciudadanos –ayer falleció uno- por querer salvar su vivienda que, a buen seguro, la estaba pagando con una hipoteca.
Tal y como reseñaba más arriba, la imágenes que he podido ver estos días, le ponían la piel de gallina a cualquiera. Grupos organizados de desquiciados actuando con total impunidad y riéndose ante las cámaras. ¿Es eso una forma de reivindicar que estás puteado, puteando a los demás?. No, por favor, no. Es incomprensible, por otro lado, la pasividad de la policía británica y la falta de reacción del Primer Ministro quien ha tardado casi dos días en dar la cara ante su sede de ‘Down Street’ para decir que a los delincuentes les caerá todo el peso de la ley. ¿Es ese el único mensaje?. Pues, ciertamente, mal vamos.
Después de lo visto, lo que sucedió en Madrid la pasada semana con el movimiento 15M es toda una lección de civismo. Los conatos violentos que hubo, como siempre, es de una súper minoría y, quizás también, de lo nerviosos que puedan ponerse algunos policías. El caso es que hay que felicitarse por el buen ejemplo que han dado y que, como digo en el titular, Londres no es Madrid.
Aprendamos, por favor, de los errores ajenos y que lo ocurrido en la capital británica no ocurra en ningún lugar, siquiera celebrando algún título futbolístico. Muchos ciudadanos y ciudadanas inglesas han visto cómo el esfuerzo dedicado durante años a levantar sus negocios se han ido al carajo en un minuto por culpa de una panda de irresponsables y desarrapados que no saben vivir en sociedad y no saben reclamarla a ésta, de forma pacífica, sus reivindicaciones. A estos hay que desclasificarlos.