Por Javier Aguado, ‘Master en Protocolo y Ceremonial’
No es mi intención, de veras, hurgar en la llaga como dice el sabio refranero español. Creo que esta vez, los controladores se han pasado. O quizá no han sido conscientes de la que iba a liar por estar mal asesorados. Puedo aseguraros que, antes de ponerme a escribir sobre este espinoso tema he querido, ante todo, hacerlo con la cabeza bien fría y el corazón, en su temperatura justa
Está claro que se han equivocado y mucho. Otra cuestión es que sus reclamaciones sean justas, o no. El caso es que han puesto en jaque a todo un país –pequeño en sus dimensiones- pero al que ‘le han tocado las vacaciones’ y eso es ‘sagrado’. No olvidemos que estos días hay gente que, aún, trabaja y mantiene esto. Otros han de trasladarse a hospitales, etc.etc. O Sea que el daño es generalizado.
Ahora bien, escuchando y leyendo con más calma toda la verborrea que se ha escrito y dicho sobre el asunto la conclusión que saco, y me vais a permitir la licencia, en toda esta triste historia en la que siempre pagan los mismos, por cierto, es que aquí hay alguien que nos engaña: ¿¿¿el Gobierno???, o ¿¿¿los controladores?????.
Yo dejo la pregunta en el aire porque, como diría aquel, no es de mi competencia y, en este caso, no me toca a mí en este espacio que me dais dilucidarla. Lo que sí os puedo decir es que engañar está muy mal y no es nada protocolario. Como no lo es tampoco, que los controladores, sus portavoces, sus representantes legales, se escondan ante la opinión pública. Es de recibo decir, que la propia Administración, desde hace muchos años, ha alimentado a estos ‘hijos suyos’ que ahora han salido ‘gallitos’.
El caso, como decía, al principio, es que se ha liado, pero buena y, como en el caso de Preciado y Mourinho, aquí alguien se ha saltado el protocolo. El problema es que la hacer el salto, se ha pegado una buena torta por no medir, como es debido, las distancias.
Por favor, que no vuelva a ocurrir. Que, encima, no tenemos la economía tan boyante, como para estar dando esta triste imagen de país bananero.
