Me encanta viajar y pienso que también a todo el mundo, pero cuando una persona ciega como yo dice esto en la mayoría de los casos la gente se sorprende y se pregunta: ¿para qué?, si realmente le va a dar igual estar en Egipto, Londres o en Móstoles porque el no lo ve…

Esta apreciación entendible por un lado, por otra parte es errónea porque os pregunto: cuando realizas un viaje apasionante, ¿Cuántas sensaciones y experiencias recuerdas después, aparte de la visual?
Seguro que muchas, la gastronomía, el ambiente en las calles y el conocimiento de gentes distintas y culturas y razas diferentes consigue que al viajar te empapes de muchos factores que hacen ese viaje interesante.
Es preciso reconocer que para una persona ciega como yo existen destinos más atractivos que otros y por eso algunos los defino como sitios sensoriales. Ya escribí el mes pasado un artículo sobre mis vacaciones en Mallorca que es uno de los lugares más sensoriales que conozco. Otros por ejemplo en los que he estado también de este carácter, son como veis en las fotos cuando estuve en Cuba y como no, la indiscutible y única Venecia, con todo el encanto de los canales donde nada más llegar lo primero que hice fue meter el pie en uno de ellos para comprobarlo.

Pero en la misma Italia, estando también en Florencia, me pareció una ciudad más pesada para mí dentro del gran encanto que tiene pero al ser mucha su riqueza arquitectónica llega un momento que te satura tanta explicación de tanta monumentalidad.
Me ocurrió lo mismo con Viena que veréis en otra foto que aunque es preciosa, siendo tan pomposa y perfecta llegó un momento que me empalagaba mucho. Esta sensación parece que la tiene más gente y sobre todo cuando combinas esta ciudad con la cercana Praga, que para mí me supuso más encanto y me dejó un mejor sabor de boca.
Lo bueno de todo esto, es que como ahora en muchos viajes se incorpora la multiaventura, me encanta por poder incorporar siempre a estos viajes la opción de nuevas sensaciones. Esto me ocurrió en La Ribera Maya de México donde también estuve porque la oferta de excursiones en la selva ofrecía meterse en lagos con canoas, hacer tirolina o bajarse a un cenote maya haciendo rápel lo que fue otra de mis grandes experiencias.

Como veis, me aporta mucho viajar y eso sí, como me tienen que describir los paisajes y monumentos que me encuentro, aunque pase tiempo se me crean imágenes en mi cabeza como fotos que tardan mucho en difuminarse con lo que os puedo asegurar que os podría dibujar escenas visuales de mis viajes que os parecería que las habría visto con mis propios ojos. Al final, todo se resume en disfrutar de una manera o de otra de las enormes novedades y riquezas que te ofrece viajar a donde sea.