Se acercan en breve elecciones municipales y autonómicas y nosotros las personas ciegas y con deficiencia visual, esperemos con estos meses de antelación se articulen los mecanismos necesarios por parte de la administración, para poder acceder ese día a votar como cualquier ciudadano por igual, garantizándonos el secretismo y la privacidad necesarias de esta esencial acción democrática.
Años atrás, las personas ciegas teníamos que ir acompañadas por alguien a votar para que te dijera la papeleta elegida según tu opción para introducirla posteriormente en el sobre y en la urna. Esta tarea, aunque os parezca baladí, interfería la intimidad de cada persona porque imaginaros que un joven ciego fuese muy progresista y quisiera votar algún partido de esa tendencia y al tener que ir acompañado y asistido por ejemplo por un familiar mayor de tendencia contraria, quizás más conservadora, siempre le quedaría la duda de que papeleta le habrían introducido realmente.
Os aseguro que conozco casos de este tipo y algunos amigos míos ciegos me han contado comentarios del asistente o familiar en el día de las elecciones: “El se ha quedado con la ilusión de votar a los verdes, pero que más da un voto más o menos, con lo que con el suyo y el mío, ya son dos para el partido regionalista de mi pueblo…
Afortunadamente, a partir de las elecciones generales y al Parlamento andaluz de 9 de marzo de 2008, se inició en nuestro país y pionero en Europa el llamado “voto accesible”. Continuó seguidamente con los comicios autonómicos de Galicia y el País Vasco y en las elecciones al Parlamento europeo. Consiste en solicitar como el voto por correo con antelación, la posibilidad de usar esta opción.
Ese día al acreditarse la persona que lo solicitó, se le da un maletín con material en braille y con las suficientes marcas adaptadas para poder uno solo, en la cabina o en una sala que te dejen, poder elegirla opción deseada con la autonomía suficiente. En las próximas de mayo de 2011, al concurrir muchas más candidaturas la accesibilidad se complica pero seguro que se encontrarán mecanismos solventes para conseguir el objetivo.
Os puedo asegurar que para mí ese día de marzo de 2008, quedó grabado para siempre por la satisfacción de ser un ciudadano más pero con mis necesidades especiales, al llegar desde mi casa al colegio electoral solo con mi perro guía Lillo, introducirme en el despacho del director del centro donde me dejaron para sin prisa poder seleccionar mi voto y por fin llegar a la urna para aportar mi elección con la certeza y la seguridad de que sólo yo, y solamente yo sabía por quien había votado.
1800 personas ciegas y deficientes visuales optamos por esta opción en aquellos comicios y quizás os preguntaréis: ¿tan pocos? De 70000 afiliados que tiene la ONCE en la actualidad parece un bajo porcentaje, pero hay que tener en cuenta que la mitad de estos afiliados son mayores de 60 años, otros no conocen el sistema braille; pero por encima de todas estas eventualidades, es preciso discernir que con que sólo una persona consiga acceder a votar privadamente, impregna a nuestra democracia española como una de las más importantes de Europa y del mundo al garantizar estos derechos tan esenciales “para todos”.