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Dependencia y protección: parecen incompatibles

Por Invidente pero visible, Mariano FresnilloSigueme en twitter: @ciegovisible

En estos días todo el mundo comenta las fuertes medidas que ha acometido el gobierno español para paliar los efectos de la crisis. Entre ellas, el tijeretazo a la ley de dependencia ha llamado mucho la atención y es preciso valorar desde “Invidente pero visible” estos recortes.

Una persona dependiente.
Una persona dependiente.

Sin duda, analizando objetivamente los recortes en su globalidad, comprobamos que han tocado contundentemente a la clase media y a los trabajadores medios en casi su totalidad ya que afectan las medidas a los desempleados, funcionarios, con la subida del IVA a la mayoría y como no, a las numerosas familias con personas dependientes en su seno.

Está claro que numerosa población se sorprende de dichas medidas y sobre todo por machacar a los que teniendo una vida normalizada deberán de apretarse el cinturón un poco más. No entraré en los intereses de otros colectivos afectados pero creo que sin duda, el más perjudicado será siempre el grupo de personas que se les denomina como “dependientes”.

Cuando una persona dependiente llega a una familia, toda es afectada por dicha dependencia en recursos, tiempo disponible y en muchos casos les cambia la vida en función del grado de dependencia de esa persona.

Por eso, lo primero que habría que haber hecho es una buena valoración de dichas personas, y una personalización de las características económicas y asistenciales de la familia para en función de esos parámetros valorar la ayuda o prestación.

En el caso de los grandes dependientes creo sin tapujos, que habría que dedicarles el 100 % de las ayudas a través de la ley y como he dicho anteriormente, si la familia tiene posibilidades económicas entonces valorarlo y ajustarlo para que sea una ayuda equitativa según sus necesidades. Por eso, según la nueva ley que se rebajará el 25 % menos de lo que se dedicaba a este colectivo me parece una aberración porque a estas personas son a las que no habría nunca que recortar por su situación en la mayoría de las veces extrema.

Con el resto de dependientes de grado medio o inferior, opino lo mismo en el ajuste más concreto de cada peticionario según sus necesidades y si hay que recortar, que lo hagan en casos que se pueda permitir hacerlo con el estudio previo pormenorizado.

Creo que nunca se imaginaban la gran cantidad de personas dependientes que existían en este país. Ahora no se puede echar marcha atrás con esta ley y por lo menos cumplir con la multitud de personas y familias que siguen esperando una respuesta o ayuda en la mayoría  de los casos insuficiente, para que puedan llevar una vida digna.

Esta ley,  mal llamada de dependencia, cuando en su título también alberga mucho más positivo “ley de autonomía personal”, tenía muy largo recorrido y muchas expectativas positivas para la posteridad y había que dejarla crecer. Estas medidas serán un gran varapalo para su despegue y me hace dudar otra vez más si esta sociedad que hemos llamado muchas veces del bienestar, si es realmente así o en cambio queda mucho por hacer para conseguir un mínimo vital para que todos tengan o no una dependencia que les inutilice su normal desarrollo en la vida.

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