Por Javier González, CEO de Magna Coaching. Sigueme en twitter: @MagnaCoaching
Todas las personas en algún momento de nuestra vida nos encontramos ante un dilema o una decisión de cómo actuar o de cuál va a ser nuestra línea de comportamiento. Recientemente hemos visto este caso en el naufragio del crucero “Costa Concordia”. Según Europa Press: ‘Las primeras investigaciones apuntan a que el accidente del buque ”Costa Concordia”, acaecido frente a la isla italiana de Giglio, se debió a un “error humano significativo” del capitán del barco, Francesco Schettino‘.

A esto hay que añadir el presunto comportamiento del capitán del crucero que está siendo investigado en estos momentos por las autoridades italianas. Según la agencia EFE: “La fiscalía, según los medios italianos, le acusa de homicidio culposo múltiple, naufragio y abandono del barco mientras muchos pasajeros aún se encontraban dentro de la nave.” Imagen Agencia EFE
Hasta aquí la noticia y la marcha de la investigación de las causas y comportamientos. ¿Qué podemos inferir de esta presunta negligencia y presunto comportamiento no ajustado a la mínima norma ética?
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No podemos decir a priori cómo va a ser el comportamiento de una persona en una situación crítica; sí podemos pensar que si en una situación normal, similar, el comportamiento de la persona X ha sido tal, en una situación similar el comportamiento tenderá a ser el mismo, debido a que en nuestro proceso de aprendizaje tendemos a repetir comportamientos adquiridos que en algún momento nos fueron de utilidad. Es más si el comportamiento del capitán del reciente naufragio ha sido realmente el que de forma presunta se le achaca, éste tenderá a ser repetido, o al menos dentro de nuestros juicios de valor y escalas de inferencias así lo podemos pronosticar.
En cualquier caso, quede desde esta nota muy claro que en situaciones como la vivida en el Crucero Italiano como en cualquier otra de grave peligro y crítica los comportamientos pueden ser muy diferentes y estarán condicionados en función de nuestra escala de valores y de nuestras creencias. Con ello quiero indicar ejemplos tan claros de comportamientos similares como el de Darío III en la batalla de Gaugamela, donde huyó cuando se sintió en peligro y que le costó un imperio.
Este tipo de comportamiento que podemos denominar “cobarde” (según al R.A.E. se define como: “Pusilánime, sin valor ni espíritu”) sucede cuando nuestra emoción de miedo está fuera de nuestro control consciente y por lo tanto inconscientemente huimos. Hay que resaltar que la emoción de miedo tiene un por qué y una explicación frente a un peligro; produce una serie de reacciones físicas como palpitaciones, tensión muscular, sensación de “vacío en el estómago”, entre otros. Son reacciones transitorias de duración variable que actúan como mecanismos de defensa que nos alertan y preparan ante situaciones traumáticas permitiendo desarrollar una tolerancia a la frustración y capacidad de de superación de dificultades, nos permiten estar preparados para salir corriendo y huir del peligro, o bien a afrontar el mismo.

El problema surge cuando la persona se enfrenta a situaciones que superan su capacidad de adaptación y los mecanismos de defensa controlados no funcionan. Esto surge en situaciones de emergencia y eventos catastróficos que representan tal amenaza que rompen las defensas de manera brusca. Aquí pues el comportamiento esperado no es tal en la realidad y podemos encontrarnos una pléyade de formas de reaccionar. El caso del Costa Concordia puede encuadrarse dentro de e, estas situaciones catastróficas como la del hundimiento del Titanic donde se ven todo tipo de comportamientos, desde las personas que reacciona ayudando a los demás como las que buscan salvarse a sí mismas sin importarles lo que hay a su alrededor.
Si finalmente se confirma el comportamiento del capitán Francesco Schettino, éste habrá sido uno de tantos en los que el miedo por su propia vida o el hecho de querer escapar de su responsabilidad por el naufragio, le han llevado a realizar algo que no se esperaba de él. Su larga trayectoria como capitán y los años de experiencia en el mar no han podido controlar su miedo y eso posiblemente será debido a que nunca ha atravesado una situación similar y no estaba previamente preparado para saber cómo reaccionaría.
El entrenamiento en este tipo de situaciones extremas y la preparación mental y física ante eventos catastróficos hacen que las personas seamos capaces de conocer nuestro propio comportamiento ver si estamos conformes con él y con nuestra escala de valores asociada y prepararnos para modificarlo si es que no estamos conformes con el mismo .
Todo lo que hacemos tiene su consecuencia en nuestra vida. Aunque intentemos ocultarlo a los demás (en este caso el Capitán Schettino lo

ha intentado y ha buscado escusas para el su presunto comportamiento) siempre hay alguien a quién no podemos ocultárselo y ese alguien es uno mismo.
Fortaleza, autocontrol, voluntad de apoyo en y hacia los demás, preparación y autoconocimiento son las claves para estar contentos con nuestro propio comportamiento en situaciones de crisis o catástrofes.