Por Invidente pero Visible, Sígueme en Twitter
El otro día en una charla distendida con una amiga, me comentaba una anécdota que le ocurrió con una persona sordociega en un viaje que realizaban en avión hacia un congreso internacional. Era su primer trabajo con una persona con esta doble discapacidad, conocía el sistema dactilológico para comunicarse con él y pasó lo siguiente:
Se colocan en sus asientos pertinentes y llega el momento inexorable de que les expliquen las medidas de seguridad del avión como es habitual y conveniente. Mi amiga le coge a la persona sordociega la mano y con la suya le empieza a relatar y describir con minuciosidad toda la información y de paso como era la azafata, el avión, la temperatura, el día tan bonito que les hacía, etc.
Tan agobiado se vio esta persona sordociega por la masiva información que le estaban transmitiendo, que no pudo más que pararla y decirle contundentemente con sus manos:
¡¡Relájate y disfruta…!!
Mi amiga se dio cuenta que le había apabullado de información y de ahí la reacción de él. Luego le explicó esta persona sordociega que no le hacía falta con tanto detalle saber todo lo que estaba aconteciendo a su lado y que se recreara para tener un viaje sin agobios de ningún tipo.
No os parezca borde la actitud de él, pues esto ocurre mucho por el desconocimiento de estos mundos peculiares. Mi amiga lo agradeció sin dudarlo y en otros viajes posteriores me comentaba que gracias a aquel gesto que siempre recuerda ya fueron todos mucho mejor. Aprendió con sólo esas tres palabras que por el hecho de no ver ni oír, no tenía porqué saber todo lo que ocurría a su lado y que había que simplificar las cosas mucho más.
En mi caso como persona ciega me ocurre algo parecido sobre todo cuando asisto a exposiciones, por ejemplo, de pintura. Al ser un arte visual, y si no tengo confianza o no me conoce de nada la persona que me va a guiar por la exposición, ocurre algo similar a lo ya expresado anteriormente.
Llego yo preparado y concentrado en lo que me van a explicar. Como las disertaciones y argumentaciones sean muy largas y haya que recorrer por ejemplo varias salas con 20 cuadros en total, al final ya ni sabes cual era uno u otro y si lo pintó éste o aquel pues la información en nuestro cerebro se va acumulando y llega un momento que no admites más. Y eso que yo tengo una excelente memoria y, en general, las personas ciegas por obligación suelen potenciarla mucho.
La conclusión hoy está clara. Preguntemos antes de hacer nada a la persona que está a nuestro lado y nos dirá lo más adecuado según la actividad que vayamos a desarrollar. No intuyamos nada ni tampoco queramos ofrecer mucho más de lo que quizás puede recibir el receptor. Y, ante todo la naturalidad, esa virtud que junto a la discapacidad debe de ir siempre de la mano sin dudarlo por ambas partes y así se podrá cumplir la frase con la que comenzábamos:
¡¡Relájate y disfruta…!!