En estos días de atrás, todos hemos contemplado el milagro de la salvación de los 33 mineros en Chile. Antes de salir el primero, me sorprendió escuchar que pujaban entre ellos por ser el último en abandonar la mina y ante esta tesitura…, ¿sabéis que fue lo primero que pensé? Como sabréis, la motivación era batir el record “guinness” de permanencia bajo tierra y no… ingenuo de mí, que pensé: ¡¡que bien!!, quieren quedarse hasta el final para que se salven los otros primero y si pasara algo en el rescate, dar la vida para que vivan los compañeros…
Por eso, en muchas ocasiones pensamos o prejuzgamos situaciones a nuestro alrededor súbitamente. Relacionando esta noticia con la ceguera y la discapacidad como siempre hacemos en estos artículos semanales, os propongo a continuación reflexiones parecidas…
Cuantas veces se puede prejuzgar o infravalorar a personas con discapacidad severa como la parálisis cerebral, pensando que son individuos inútiles al mostrarse habitualmente en su silla de ruedas y con la expresión oral muy deteriorada. En este caso, son personas con el cerebro intacto, dándose cuenta de todo lo que les rodea pero muy limitados funcionalmente. La paradoja es que en cambio, uno de los más laureados científicos de nuestra era, reconocido por todo el planeta se trata de Stephen Hawking que aunque también es paralítico cerebral, de él nadie duda de su valía.
Ocurre igual con nosotros, las personas ciegas que en numerosas ocasiones, puedes ser licenciado, haber realizado dos master, manejar todas las herramientas informáticas con soltura, hablar varios idiomas, y como le pasó a un amigo mío, en una entrevista de trabajo con el currículum ya entregado, la pregunta que le hacen primera es para salir corriendo: pero usted…, ¿Puede llamar por teléfono sin problemas?
Os parecerá a lo mejor una tontería, pero no…, utilizar el teléfono es lo más simple de todo y esto denota el gran desconocimiento de nuestro mundo. Pero…, os pondré otro ejemplo que me pasa a mí habitualmente en la calle y que también denota el prejuzgar de antemano.
En ocasiones, he quedado con un amigo en una esquina de una calle y al llegar antes me encuentro esperando a ver si viene. De repente, sin pedir opinión se acerca alguien y cogiéndome como puede, si hace falta en volandas con Lillo (mi perro) y todo, me empieza a desplazar y me dice: “usted tranquilo, que yo le cruzo…, no se preocupe…”.
Evidentemente, ni quería cruzar ni nada de eso pero dándole las gracias por esa ayuda tan innecesaria, se me ocurre al poco coger yo y volver a cruzar a la esquina donde había quedado previamente. Al iniciar el cruce, oigo una voz a lo lejos que grita: pero…, “¿A dónde va?, que ya le había cruzado”. Y claro, yo ahí quieto, sin mover ni un paso a ver si fuera a volver y me cruzaba a otra esquina más lejana….Bromas o no, de verdad que preguntemos antes de hacer, no prejuzguemos ni infravaloremos antes de saber porque detrás de esa persona con discapacidad, existe una persona ¡¡CLARO QUE SÍ!!, seguro que con muchas “CAPACIDADES”.